Sábado, 7 de Septiembre de 2024

Capital humano y recursos naturales, las posibilidades energéticas de Argentina

Con Atucha II funcionando en Zárate, las condiciones de Argentina para todo el ciclo nuclear fueron revaloradas esta semana. La única instancia de la cadena que faltaría, y la disponibilidad de materia prima no es problema, es la extracción de uranio en suelo argentino. Paralelamente también hay que mirar a toda la matriz: hidrocarburos y energías renovables, otras dos apuestas. Radiografía de Argentina. Principales virtudes.

22-02-2015



Por Hernán López
Esta semana Cristina Fernández de Kirchner encabezó un acto en Zárate para habilitar la generación del 100 por ciento de potencia en la central nuclear Atucha II, un proyecto que comenzó en 1982, estuvo años paralizado y fue eventualmente retomado por el kirchnerismo a través del Plan de Reactivación Nuclear Argentino, durante 2006. Esta planta permitirá que el 10 por ciento de la matriz energética nacional provenga de esa fuente, en un país donde el grueso de la energía corre por cuenta de los hidrocarburos.

Lo destacable en este caso es que, salvo por la producción de la materia prima en suelo propio, Argentina cuenta con recursos humanos para cumplir con casi todo el ciclo nuclear.

Y eso incluye técnicos, científicos, ingenieros y obreros altamente calificados para la fabricación y mantenimiento de los reactores, pero también otras instancias como la elaboración del combustible o el agua pesada, pasando por los componentes de producción nacional -algunos, por supuesto, son de origen extranjero- y la posibilidad de otra fase central, como el enriquecimiento de uranio, la savia vital de la industria atómica.

La única cuenta pendiente sería, ahora, que el país empiece a utilizar los recursos uraníferos de su geología, en lugar de importar ese recurso que -según geólogos varios- abunda por estas latitudes. La dimensión de ese recurso, sin embargo, es motivo de discusiones: mientras algunos argumentan que Argentina posee importantes yacimientos pero no comparables a los que ostentan países como Brasil o Rusia, hay gente calificada que piensa lo contrario y entiende que habría potencial suficiente para estar entre los primeros cinco países.

Es lo que aventura Ron Long, a partir de una comparación de las cuencas nacionales con las norteamericanas. De acuerdo a la opinión de este experto -titular de Calypso Uranium y de Energía Mineral-, la geología de Argentina "es similar a la de Estados Unidos, ubicado en cuarto lugar por sus reservas globales de uranio", de forma que Argentina estaría debajo sólo de Australia, Kazajstán y Canadá.

No es sencillo el proceso de transformar los recursos en reservas, no sólo por las inversiones que harían falta sino por las legislaciones provinciales que, en algunos casos, directamente prohíben su extracción y explotación. "En función de los datos disponibles, se puede decir que las provincias y las áreas en exploración presentan un buen potencial", indicó el geólogo Ernesto Gallegos en un artículo de la revista científica U238, concluyendo que los valores estimados, en cualquiera de los casos, abren paso a la idea de "tener el ciclo nuclear completo", es decir, desde el mineral hasta la generación eléctrica.

Otras oportunidades

No son sólo el uranio y la energía nuclear los que abastecen al mundo de la energía.

En un país con población intermedia, y consumo de energía acorde, hay otras vetas que explorar con importante éxito.

Muchos sostienen que las energías del futuro son las renovables -eólica, solar, oceánica y geotérmica- pero la realidad marca que, por carencias de índole tecnológica o económica, el planeta no está del todo listo para llegar a esa instancia. Y que es mejor pensar en una matriz energética diversificada, donde las renovables sean una parte y las otras -hidrocarburífera, hidroeléctrica y nuclear- no salgan de la ecuación completamente, algo quizá deseable pero inalcanzable en el corto plazo.

El esquema energético mundial, en corto, atraviesa una etapa de transición. Pero esa transición llevará varias décadas y, entretanto, habrá que acudir a todas las vetas posibles que ofrece la tecnología actual.

Desde la disponibilidad de recursos naturales al valor de su capital humano, superior a otros países latinoamericanos, Argentina dispone de importantes condiciones y ventajas comparativas para cada una de las energías posibles.

Si el tema son los hidrocarburos, los recursos no convencionales son de primer orden mundial al punto que, según un estudio independiente de la EIA, Argentina tendría 802 trillones de pies cúbicos en shale gas (gas de lutitas) en cuatro cuencas, incluyendo la Cuenca Neuquina que no sólo por la cantidad, sino características de la roca (espesor, tamaño y calidad) y disponibilidad de agua, pone a este país en un tren favorable.

Esas mismas cuatro cuencas contarían, además, con 27.000 millones de barriles de petróleo (shale oil o petróleo de esquisto) y 20.000 millones de ellos en la Cuenca Neuquina nuevamente, cuna de Vaca Muerta.

Aquí es importante mencionar que Argentina es tierra bendecida por el nivel de sus recursos humanos, con profesionales y mano de obra especializados, además de infraestructura y trabajos realizados por distintas entidades que proporcionan un notable conocimiento de las tierras más aptas para producir. Entre ellos sobresale el Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG), cuyas investigaciones fueron base para la EIA.

Por fuera del gas y el petróleo, las condiciones son inmejorables para producir energía eólica en la Patagonia, la costa bonaerense y otras provincias como Córdoba, Mendoza, San Juan y La Rioja. Casi todos los expertos en la materia, paralelamente, aseguran que Argentina es el país con vientos de mayor calidad a nivel mundial en el sur, sumado a la existencia -nuevamente- de un capital humano considerable, que hacen de este uno de los pocos países capaces de montar los aerogeneradores modernos utilizados por esta industria.

La costa patagónica y bonaerense son aptas para el desarrollo de la energía oceánica, a través de las olas, mareas y corrientes -casi todos los mapas del mundo ponen a Argentina en primer lugar por sus mareas y entre los cuatro primeros por el nivel de sus olas-, y hay esfuerzos del Y-TEC en esa dirección. Para medir su impacto, esa empresa nacional -que une a YPF y CONICET- compró dos boyas de origen internacional, una de Canadá y otra para aguas profundas procedente de Noruega, aunque las turbinas utilizadas y la tecnología satelital serán de producción autóctona.

Todo esto por no hablar del potencial solar y geotérmico en las zonas de la cordillera, sobre todo en el noroeste, la zona de mayor radiación en todo el mundo junto con el desierto del Sahara africano. También hay potencial solar de primer orden en el Noreste y condiciones para fabricar los paneles solares en el país.

Así que perspectivas para producir energía, por cualquiera de las vías, no faltan en este lugar del mundo.

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