Carlos Adamo, sobrino de un anciano alojado en el hogar municipal Ave Fénix, denunció que a su pariente le roban el dinero de la jubilación, en nuevo caso de impunidad dentro de un establecimiento que, cuatro años atrás, ya fue blanco de fuertes críticas en Quilmes. "Mi tío hace años que está ahí, tiene una displegia en medio cuerpo y no habla correctamente, no se le entiende", explicó.
"No tiene conocimiento del dinero ni de otras cosas", agregó el joven a Quilmes Ahora.
"Cobra una jubilación, que le tramitaron hace varios años, en 2005, pero no recibe el dinero. Yo pensé que él lo manejaba, y empecé a averiguar y me enteré que le habían sacado un préstamo. Y él no puede sacar préstamos ni otra cosa porque no tiene conciencia de nada", detalló Adamo y confirmó que trató también de consultar sobre la persona que acompaña a su tío cuando cobra, pero no tuvo buenos resultados.
"Les he dicho que tiene familia, que puede acompañarlo, comprarle las cosas que necesita. Pero me dicen que no, se niegan a que lo hagamos. Parece que la ambición de llevarlos a cobrar de esta gente es importante", disparó. Y recordó que su familiar, Arturo Costa, no tiene ropa para vestirse a pesar de cobrar una jubilación mínima sin otros gastos, como, por ejemplo, el alquiler de una casa o departamento.
"No tiene pantalones, calzoncillos. Todo lo que tiene es lo que le llevamos nosotros. Entonces uno se pregunta: ¿dónde está todo el dinero que recibe mi tío?", preguntó indignado.
Y lanzó un pedido, sin escalas, para el Intendente de la comuna, Francisco Gutiérrez: exige una reunión con la máxima autoridad municipal no sólo para contarle su caso sino, en realidad, solicitar explicaciones y una solución a la situación que vive Arturo. "Quiero que sepa lo que pasa en el hogar, porque me cuesta creer que sepa y no haga nada respecto a estas cosas", mencionó.
"Fui a la Secretaría Privada y me dijeron que si no me gusta cómo lo atienden a mi tío, que me lo lleve a otro lado", reveló.
En su momento, Quilmes Ahora había investigado una serie de episodios similares durante 2010, luego de un trabajo donde demostraron que la encargada del hogar, Sofía Sackler, y una empleada del instituto, Gabriela Oliva, utilizaban a los ancianos para sacar créditos y hacer extensiones de las tarjetas de crédito que tramitaban sin autorización de los internados.
"¿Sabés qué es lo peor, lo peor de todo esto? Que se la agarran siempre con los que peor están. Es siempre en contra el abuelo que en peor situación está", relató Claudio, periodista de Quilmes Ahora y uno de los que mejor conoce este entuerto.
"Se sigue permitiendo que hagan lo que se les da la gana", reprochó en diálogo con Buenos Aires 2punto0 Formato Radio, por FM Blog.
"En 2010, había cuatro abuelos a los que les robaban el dinero. Probamos con documentación que le habían sacado créditos", comentó Claudio.
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